Llevo muchísimo tiempo dando vueltas a una teoría que puede parecer absurda y que probablemente lo sea, pero según pasan los años se va reafirmando en mi manera de relacionarme con la pintura y mis cuadros.
Los cuadros se pintan por algo similar a la búsqueda del amor verdadero: me enamoro de una imagen o de un concepto y necesito empezarlos, disfrutarlos, conocerlos, poner a prueba mis limitaciones, comprobar si soy capaz de cumplir mis expectativas. Siempre que se empieza un cuadro, al igual que cuando se comienza una relación, se apuesta al 100% porque va a ser el definitivo, el «cuadro de tu vida», pero la mayoría de las veces eso no ocurre… De hecho, creo que es más fácil encontrar al amor de tu vida que pintar el «cuadro de tu vida»
Al igual que ocurre con las relaciones que no funcionan, podría distribuir mis cuadros en varios grupos:
- Los que no llegan a ningún lado, se empiezan pero no funcionan. Se sabe desde el primer momento y…borrón y cuenta nueva! Cuantos cuadros no llevarán debajo de la pintura visible otro intento fracasado…
- Los rápidos que te hacen pasar un buen rato y no te han hecho sufrir ni perder el tiempo. Son los que más me gusta vender, porque no tengo ningún vínculo especial con ellos.
- Los fracasados: suelen ser esos cuadros/relaciones casi eternos, en los que has depositado horas de paciencia, miles de pensamientos, te han dado alegrías y muchas tristezas y al final, después de mucho luchar por conseguir que surja lo que habías imaginado en un principio, terminan dando un fruto que dista mucho de lo que esperabas. Podrán gustar o no al resto, pero tú siempre los mirarás y recordarás con un poso de amargura. Cuando te los quieren comprar siempre pregunto ¿¿¿¿en serio???? Creo que ahí se puede englobar al 95% de mis cuadros.
- Los mágicos, eternos, que marcan un antes y un después en tu vida. No son el amor verdadero, pero son lo más parecido. No son el destino, pero si el camino. Nunca podrás olvidarlos y desearás que encuentren su pareja ideal y que sean felices para siempre.
Mi cuadro «El Testigo» es uno de esos cuadros mágicos, que ha sido «testigo» de muchos momentos muy importantes de mi vida desde que lo empecé hasta que lo terminé, que se fue cocinando a fuego lento y… hasta ahora. Hoy se marcha para siempre a su verdadero hogar, con una persona igual de mágica que él y no solo no siento pena, si no que estoy muy feliz de que así sea porque no creo que exista un hogar mejor para él. Espero que siga siendo testigo de grandes y felices momentos!
Qué bien expresado y como te entiendo! Bravo!