Bella y Bestia – Pintura erótica BDSM empoderamiento pintada al óleo 40x40cm

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Descripción

«Bella y Bestia» Óleo sobre lienzo 40x40cm

¿Se puede ser tan bella como bestia? ¿el desenlace hubiese sido el mismo si «la Bestia» hubiese sido ella y él el guapo? Tal vez Disney nos ahorró ciertos detalles acerca de la atracción entre los protagonistas de la película «La Bella y la Bestia». Es probable que se complementasen. Esta es mi versión equilibrada: con sus luces y sus sombras.

¿Nadie se ha parado a pensar qué es lo que realmente atrajo a Bella de esa Bestia? ¿Tenía ella una vida interior secreta y oscura en contraposición con su belleza exterior? ¿Era amante de la zoofilia?¿Fue víctima de Síndrome de Estocolmo? Traer esta historia al presente terminaría con mucha gente entre rejas nuevamente.
El estribillo de la canción de La Bella y la Bestia decía “…la belleza está en el interior…” y nos pilló a muchos en la preadolescencia, esa época en la que interiorizamos la primera chorrada que escuchamos y que probablemente nos haga sufrir. Es una especie de necesidad absurda de la edad (algunos no se curan nunca). Nuestros cuerpos pasan por diferentes mutaciones y no solemos vernos demasiado «bonitos», pero gracias a la frasecita de la canción, podíamos sentir un soplo de esperanza: Que éramos poseedores del mejor de los tesoros interiores que nuestros amores platónicos tarde o temprano verían y… nos íbamos llevando y dando calabazas a diestro y siniestro. Si a Bestia le había funcionado, por qué a nosotros no? Nos habían lanzado el mismo mensaje cruel que los “Sigue Buscando” de los yogures en los noventa. En los anuncios siempre salían unos supuestos ganadores disfrutando de maravillosos premios y curiosamente eran muy guapos. El resto no: éramos muy buenas personas, pero menos atractivos y sin suerte.
El amor verdadero…Ains! Qué difícil de explicar a quien busca la perfección basándose en las películas Disney, que ésta no existe, y que lo que para unos es oscuro, para otros es un punto de conexión para hallar su luz o sencillamente, compartir sus sombras. ¿Quién marca la línea entre el bien y el mal, lo bonito y lo feo? La atracción tiene mil caras.
Spoiler de la película de dibujos «La Bella y la Bestia»: “La belleza está en el interior” Estribillo de la banda sonora y moraleja del film, donde un tipo guapo, engreído y soberbio es castigado por una ancianita a ser una Bestia hasta que consiga que alguien le quiera de verdad o directamente muera si la rosa mágica que le entrega pierde el último de sus pétalos. Un ancianito enfermo termina en su mansión aislada en medio de las montañas por error, y a cambio de salvar su vida, la Bestia se queda con su hija, que es Bella (por dentro, por fuera y hasta por nombre) y ve la oportunidad en bandeja de encontrar el amor o por lo menos compañía. Y le sale bien la jugada…
Aquí se abren varias opciones:
– Que Bestia le administrase a la chica opiáceos varios (tiene visiones en las que el menaje cobra vida e interactúa con ella, el lugar destartalado se convierte en un lujoso palacio, y la Bestia no le produce miedo…) y que esto degenerase en un síndrome de Estocolmo inducido.
– Que a Bella le gustase practicar la zoofilia y a la Bestia le pareciese ese lado oculto más apetitoso que su apariencia física. (Qué bruta soy, pero tenía que decirlo porque es una obviedad)
– Que la chica tuviese por decirlo de algún modo «ángeles en su sonrisa y demonios en su cabeza» y ese fuese el punto de unión entre ambos. Porque si la belleza está en el interior…también lo está el lado oscuro de las personas, no? Podemos tener belleza interior y oscuridad? Quién marca la diferencia entre el bien y el mal?
– Que como a todos nos atrae lo prohibido, fuese puro morbo. Sin más.
Al final, la chica cae rendida a los ¿encantos? de la Bestia y éste se transforma de nuevo en el tío buenorro de antaño a raíz de un beso. Y digo yo…¿no es para volverse loca el enamorarse de una persona en su conjunto y que luego se te transforme en otra? Aunque en teoría sea para mejorar, a ella le gustaba la otra apariencia, no?Estaría bien entonces que por ejemplo Bella sacase a relucir su lado oscuro, o que en lugar de sacar lo mejor de la Bestia se le contagiase a ella su lado animal (dicen que todo se pega menos la hermosura no?). De cualquier modo, a mi esta peli me pilló en ese pequeño limbo entre la infancia y la adolescencia donde las películas de dibujos animados te gustan mucho más sin terminan con historia de amor. Ésta en concreto, hizo que muchas personas de mi generación nos llevásemos y diésemos calabazas a cascoporro en un futuro porque todos pensábamos que éramos poseedores del mejor de los tesoros interiores. Si a Bestia le había funcionado, por qué a nosotros no? Nos habían lanzado el mismo mensaje cruel que los “Sigue Buscando” de los yogures en los noventa. En los anuncios siempre salían unos supuestos ganadores disfrutando de maravillosos premios. Curiosamente eran muy guapos. El resto éramos teníamos buen fondo, pero feos y sin suerte. Los que además se engancharon al Rasca y Gana de la mortadela, deben seguir reventándose espinillas.
Los que compusieron la banda sonora consiguieron lo que los mejores publicistas quieren y pocos logran: que la cancioncita se te metiese en la cabeza y no saliese ni para atrás! Os recuerdo que en 1992, si querías volver a ver una película tenías tres opciones: esperabas a que la pusiesen en la televisión, la alquilabas en el videoclub o te comprabas el VHS. Como yo pertenecía a una familia económicamente modesta, creo que volví a verla en la tele cuatro o cinco años después, pero se me había quedado el soniquete de «Bella y Bestia sooooooooon…la belleza estááááá en el interiorrrrrrrrr….» Menudo morro tiene el monstruo, no? No se lleva a vivir a la fea del pueblo. El caso es que a mi el mensajito de la canción me afectó y me dio mucho que pensar…
Yo seguía jugando a las Barbies por aquella época (a escondidas, por supuesto). Mujeres independientes, solteras, que vivían en un loft perfectamente amueblado y tenían un cochazo (Todo hecho por mí claro. Antes al DIY «Do It Yourself» se le llamaba: «Niña! Tú verás si quieres esta caja para hacer algún bártulo para las muñecas!»
El juego simbólico infantil con mis muñecas dejaba espacio a la búsqueda del amor romántico porque el revuelo hormonal que llevaba encima era considerable por aquella época. Como mi familia era de economía modesta, comprar muñecos de sexo masculino era implanteable así que mis muñecas tenían que vivir con esa frustración del amor que teóricamente mantenía en secreto o a distancia (la forma de justificar que por mi reino de Barbies no apareciese ni un solo varón).
Unos Reyes Magos leyeron mal una de las últimas cartas o estuvieron escasos de presupuesto y en vez de traerme a Barbie Super Star me trajeron a Darling Súper Estrella (Nada que ver con las curvas femeninas, la mirada felina y labios jugosos de Barbie. Tenía unos pies planos y gigantes que la permitían quedarse de pie sin sujeción, pero la impedían usar tacones…imperdonable! ) Aprovechando las desventajas anteriores y que hasta la melena la tenía lacia y sin vida, probé a cortarle el pelo y convertirla en hombre, para que mis muñecas por fin lograsen su ansiado encuentro amoroso. Pero a mis Barbies no terminaba de entrarles por los ojos. Diréis que a santo de qué os cuento este rollo. Pues bien: La dichosa cancioncita de la peli de la Bella y la Bestia resonaba en mi cabeza desde que la vi: “…La belleza está en el interior…” y con esa cantinela, trataba de forzar que mis Barbies se enrollasen con el falso Ken al que le había pintado barba, pero era algo tan incómodo y tan forzado que me fastidiaba el juego. La belleza estará en el interior, pero debe existir la química, no? Incluso entre muñecos.
Con esto no quiero parecer superficial. Hay tantos tipos de belleza como ojos para mirarlas: interior y exterior y que más allá de lo que se ve, debe existir química o predisposición. Si alguien no está preparado para enamorarse, no lo hace: fin. Pero esta película trataba de lanzar un mensaje en el que el amor está por encima de la apariencia física, y resultó que al final terminaron los dos guapos y buenos. No tiene ningún sentido, así que yo prefiero a una Bella muy Bestia. (y ya de paso, hago las paces con mi preadolescencia y me desahogo, que tres hijas suponen una sobredosis de princesas Disney y como no puedo decírselo en voz alta…pues ea! Aquí queda para el futuro!)

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